LA MOTO

Llegamos corriendo hasta la entrada de una calle estrecha. Antes de pasar compruebo que hay vida en algunas ventanas: luz y tele. Al mirar atrás ya no hay rastro del mecánico con el bate. Menos mal. Todavía jadeamos cuando Dani nos sonríe a Gina y a mí y nos muestra una latita de gasolina. ¿Cuándo la has cogido?, se sorprende Gina. Aprovechando el lío, dice Dani. Supongo que os corresponde algo. Bueno, venga, les digo, hay que elegir un coche fácil de trucar. Vamos revisando todos los coches de las aceras. ¿Adónde vais?, pregunta Gina. Al hospital Gregorio Marañón. Y Daniel dice que él hacia Sainz de Baranda. ¿Eso está pasado el Retiro?, pregunta ella. Sí, claro, contestamos. ¿Y tú? ¿Adónde te diriges? Gina se encoge de hombros. Lejos, dice. Dani sonríe y agita la pequeña lata: Pues con esto… no creo que muy lejos.


Deberíais coger una moto, sugiere Gina. Dani tiene la vista prendida en los pechos de ella, esas puntas tan marcadas. Os cundirá más la gasolina, nos explica, porque con un coche igual no llegáis ni a la
Castellana. Tiene razón. Pero en moto no podremos ir los tres, dice Dani. Me da igual, ya me buscaré la vida, responde y nos señala una MOTO aparcada entre dos coches. Sencilla, tipo Vespa, pero con buen aspecto todavía. Dani comprueba las ruedas dando puntapiés. Gina levanta el asiento dando un tirón seco. Abre el depósito y huele. Agita la moto. Vacío. ¿Nos la jugamos?, me pregunta Dani. Yo creo que sí. Dani abre la lata y comienza a verter el contenido en el depósito hasta que… alguien le da un empujón y se cae al suelo. La lata se vacía en la acera. 



Se trata de un CHAVAL CORPULENTO, bermudas y zapatillas de casa. Se le nota violento, a punto de empujarnos a todos. ¡Qué pasa, que como el mundo está raro todo vale!, ¿no? Le miramos intimidados. ¿Qué me mola la moto?, pues hala, a por ella, y lo que haga falta, ¿verdad? Dani y yo nos ruborizamos. Le ayudo a levantarse mientras el chico olisquea el depósito. ¿Qué coño le has metido, tío? Gasolina, dice Dani. ¿Esto es gasolina? ¡Esto es una mierda…!

¡Alfonso!, le grita desde el balcón del segundo piso una MUJER MAYOR. ¡Alfonso súbete! El chico nos señala: ¡Mira a estos cabrones, mamá, que se llevaban la moto! ¿Ves cómo no son paranoias mías? La mujer le ignora e insiste: ¡Venga, sube ya! El chico parece a punto de agredirnos pero, en vez de eso, se echa a llorar. ¡Hasta los huevos estoy de vigilar la puta moto! ¡Harto de poner el oído tenso para oír si me la roban, joder! Ante los gritos del chico, las ventanas y los balcones se pueblan de curiosos que empiezan a cruzar charlas. Uno de los vecinos recomienda al chico: ¡Párteles la cara, hombre! Hago un gesto discreto a Dani y a Gina para que nos vayamos yendo. Alfonso da una patada a la moto y la tira al suelo. ¡A tomar por culo ya de una vez! Rompe el retrovisor de un pisotón. ¡Que te subas ya!, le grita su madre. Alfonso se seca las lágrimas con las manos y entra en su casa. Nosotros nos vamos también. Uno de los vecinos nos increpa desde arriba: ¡Los que os aprovecháis de esta situación, sois todavía peores que Ellos!

Debe tener razón porque no puedo contener la vergüenza, y acelero el paso hacia la siguiente calle.

4 comentarios:

RubénSánchezTrigos dijo...

Siempre somos nosotros peores que ellos, quienes quiera que sean. Zombis, ejércitos invasores, alienigenas...

caotico_jq dijo...

Yo empiezo a sospechar que algunas zonas de San Blas también están tomadas. Anoche olía ligeramente a goma quemada por una de las calles adyacentes a Pobladura del Valle. A ver si esta noche reúno valor y saco una foto a la placa por los procedimientos indicados.

Ω dijo...

¿Dónde de San Blas exactamente?

Alfonso dijo...

Joder, ahora no me va la moto. Creo que al caerse se le ha jodido la próstata de la gasolina.
Mañana mataré a mi mamá.

Publicar un comentario